Visitas

martes, 1 de mayo de 2012

Lamento de hombre sin rostro


Estando en la cama, acostada, me desperté al escuchar un sonido parecido al de un lamento. Me incorporé en la cama y, tras hacer una pausa para poder seguir escuchando ese extraño ruido, me giré hacia la ventana y escondiéndome tras la cortina, la descorrí un poco y me asomé al patio al que daba. Allí observé a un hombre con los brazos apoyados en sus rodillas, que parecía llorar. Levantó la cabeza y al ver su rostro pálido como el de una máscara, se me escapó un pequeño grito que lo alertó e hizo que mirara hacia mi ventana. En aquel momento me escondí bajo la ventana pensando que no me había visto. Respiré hondo y me tranquilicé al pensar que ya se habría marchado intimidado por mi mirada que lo observaba. Entonces tras esperar unos segundos, me volví a asomar al patio y vi que aquel hombre sin rostro visible ya no estaba. Me tranquilizó pensar que tal vez se habría marchado y podría seguir durmiendo tranquila. Me volví a acostar y me tapé para sentirme más protegida.

Estando en lo más profundo de mi sueño, me desperté sobresaltada al escuchar un fuerte ruido de cristales provenientes de la cocina. Estaba asustada, pero pensaba que tal vez podría no ser en mi casa.
Me levanté de la cama y me acerqué a la puerta de mi habitación para comprobar si sucedía algo en el interior de mi casa. Al asomarme al pasillo observé que avanzaba por él, aquel hombre sin rostro con algo parecido a un cuchillo en su mano derecha. Me entraron ganas de gritar, pero me tapé la boca y volví a mirar para comprobar que todo aquello era cierto, y efectivamente aquel individuo seguía avanzando muy lentamente por el pasillo, con aquel rostro terrorífico que momentos antes me hizo estremecer. Sin pensar en nada más corrí hacia el armario y me encerré en él con la idea de creer que no me había visto aún en mi habitación.

No escuchaba absolutamente nada fuera, solo mi propia respiración acelerada. Esperé, encerrada en aquel armario, temiendo que en cualquier momento abriera la puerta y fuera mi fin.
Al pasar aquellas horas interminables opté por salir de allí, aunque por dentro temía que aquel hombre siguiera escondido, esperándome, en cualquier parte de mi casa.

Al salir, muy lentamente, vi que no había nadie, por lo menos en mi habitación. Fui hacia la habitación de mis padres y no podía creerme aquella situación, todas las paredes llenas de sangre, y ni rastro de mis padres. Pasó lo mismo al entrar en la habitación de mi hermana, pero en esta, encontré una gran sorpresa... aquel hombre no se había ido aún.

1 comentario:

  1. Es muy de pesadilla, sí. La estética ya da miedo de por sí... Te lo has currado. Te ha salido muy bien.

    ResponderEliminar